¿Vivir para ahorrar o ahorrar para vivir?
En México hay muchas maneras en las que las personas ahorramos. Algunos desde niños comenzamos a llenar nuestra alcancía que ganamos en alguna feria, algunos otros tenemos padres que nos crean cuentas de ahorro en algún banco y nos incentivan a ahorrar nuestros domingos, pero rara vez nos dicen por qué es importante ahorrar.
Muchos niños guardan su dinero para comprarse juguetes, dulces, o alguna otra cosa que creen necesitar, por lo que su ahorro nunca llega a ser lo suficientemente grande como para pensar en usarlo en el futuro.
Ahorrar se vuelve importante conforme crecemos, pero porque ahorrar implica pensar en nuestro futuro y bienestar.
Yo, por ejemplo, empecé a ahorrar desde muy pequeña, gracias a que mis papás me abrieron una cuenta en un banco que en aquel entonces se llamaba Bital, en él podías elegir el color de tu tarjeta y no cobraban nada por usar la cuenta. Recuerdo bien que me encantaba ir a depositar dinero aunque quienes hacían uso de mi ahorro eran mis papás a través de pequeños préstamos.
Mi ahorro se vio mermado debido al uso que hicieron mis padres de él, pero el hábito del ahorro no. Aprendí a guardar parte de mi dinero y sé que podría ahorrar mucho más si dejara de malgastar o tomar decisiones aceleradas.
Economizar nuestros recursos es difícil y culturalmente en México pocas veces nuestro ahorro llega a alguna institución financiera, ya que o le entramos a la tanda, o le prestamos a algún amigo o lo escondemos en diferentes partes de la casa para cuando se ofrezca, pero casi nunca pensamos en que ese dinero puede o podría crecer.
Si una persona guardara todos los días una moneda de diez pesos durante 35 años, llegaría a juntar 127,750 pesos, pero si estos diez pesos se invirtieran en una cuenta para el retiro; el rendimiento sería mucho mayor, lo que probablemente garantizaría una vejez tranquila.
Los jóvenes, y me incluyo, pocas veces llegamos a pensar en qué pasará cuando seamos adultos mayores, pues consideramos muy lejano ese día. Actualmente los ancianos ya no gozan de las prodigiosas pensiones que alguna vez pensaron tener o que generaciones pasadas aún conservan, por lo que algunas veces tienen que depender de sus hijos: nosotros. ¿Y entonces, cómo hacemos para ahorrar si ahora tenemos que pensar no sólo en nuestro retiro sino también en el de nuestros padres?
Es un círculo vicioso y para salir de él tenemos que empezar a actuar ya, ahorrar sin importar cuánto ganas, si es informalmente, en alguna tanda, o si es en alguna institución financiera, lo importante es comenzar a guardar parte de nuestros recursos para protegernos y poder construirnos un futuro.
Destinar cierta parte de nuestro dinero al ahorro puede convertirse en un hábito y conforme crezcamos guardar cantidades más grandes que nos permitan hacer planes y que en vez de pedir prestado, nosotros podamos prestar a alguien más, sin angustiarnos por nuestro futuro y poder vivir nuestro presente sin preocupaciones.
– Daniela Brandt.- Editora de Contenidos MIDE, Museo Interactivo de Economía
Fuente: Excélsior.