Vivir la tercera edad en un crucero
Los grandes barcos que realizan cruceros son pequeñas ciudades de vacaciones flotantes, con todos los servicios imaginables, algunos creen que puede ser una buena opción residencial.
Tiendas, gimnasios, servicios médicos, restaurantes, ocio organizado, servicio de limpieza… Solo que se trata de una residencia de lujo flotante. Ese es el planteamiento que se hacen algunas personas mayores en Estados Unidos, donde una residencia de ancianos con todas estas comodidades puede costar 6000 USD al mes, por lo que vivir en un barco de cruceros, además de que sea muy cómodo y estimulante, es más barato.
Un testimonio real es la de Bea Muller, de 86 años de edad, que se instaló en el crucero Cunard Queen Elizabeth 2, el 5 de enero de 2000. Había embarcado con su marido para una vuelta al mundo de once meses de duración, cuando éste falleció, Bea Muller vendió su casa y reservó una plaza en el barco.
Bea Muller estaba feliz con su vida a bordo del barco. Según sus declaraciones tenía servicio a tiempo completo de limpieza, grandes comedores, médicos, un spa, salón de belleza, gimnasio, actividades culturales y el baile. Su cálculo era que si una residencia para mayores costaba unos 200 UDS al día y una reserva en un crucero con los descuentos de larga estancia y de la tercera edad le salía por 130 euros día, le quedaban 70 dólares para otros gastos, pues en cuanto a comida, limpieza, consumibles como jabón o champú, reparaciones domésticas… y atención médica, estaba cubierta. Para ella también era estimulante conocer siempre a gente nueva, visitar lugares lejanos y tener una vida llena de actividades.
Antes que Bea Muller, ese mismo crucero tuvo de huésped a Clair MacBeth, que vivió a bordo del barco durante 14 años. Otro caso es el de Lee Wachtstetter que al perder a su marido, con el que había realizado 89 viajes por mares y océanos, cumplió la promesa que le hizo de seguir viajando y vendió su mansión en Florida. A los 79 años estableció su residencia permanente en un crucero de lujo y en ella permanece desde hace ocho años, eso sí, a por unos 145 000 euros al año. Ha estado en más de cien países distintos, ha dado unas quince vueltas al mundo y no suele pisar tierra con demasiada frecuencia. Con sus tres hijos y siete nuevo se comunica por internet y la tripulación del barco se ha convertido en su nueva familia. En este caso último, realmente hay que ser muy rico para elegir vivir así.
Aunque los planteamientos tienen su lógica, no deja de ser chocante que alguien decida una ida de este estilo para pasar el resto de sus días. Es muy estimulante conocer gente nueva, pero vivir en un viaje permanente distancia la relación con amistades o familiares de manera irremediable. Si bien es cierto, que cuando se toma esta decisión puede revertirse en cuanto se quiera.
Aparte de lo extravagante o poco habitual que pueda parecer, da que pensar el hecho de que en Estados Unidos haya gente mayor que se plantea esta alternativa ante los costes de una residencia para mayores. En España, donde los centros privados cuestan una media de 1800 euros, la opción de vivir en un crucero no parece tan atractiva. Otro punto importante a tener en cuenta es que la necesidad de ingresar en una residencia geriátrica va, en la mayoría de casos, más allá de la necesidad de compañía y actividades y se justifica por la necesidad de un apoyo profesional que difícilmente podría prestarse en un barco. Si la persona sufre demencia o necesita una rehabilitación intensiva, situaciones comunes en las residencias, resultaría altamente dificultoso poder recibir una atención satisfactoria.
Pero, aunque sustituir la residencia de mayores por el “crucero permanente” puede resultar poco adecuado, sí lo es la oferta de vacaciones en cruceros para la tercera edad, que es un poco un sucedáneo de las estancias de larga duración. Los «cruceros sénior» son ofertas que aparecen ya de manera habitual en las agencias y compañías dedicadas a este tipo de ocio y, realmente, sus precios son atractivos, pues ofrecen servicios, visitas, actividades e incluso pernoctaciones en tierra que compiten con otros tipos de viajes.
A este tipo de oferta se apuntado incluso el IMSERSO. Este hecho indica que se está atendiendo a una demanda por parte de las personas mayores que desean hacer este tipo de vacaciones a precios que se puedan permitir y, si puede ser, adaptados a sus gustos y necesidades.
No es por lo tanto de extrañar que las agencias y compañías se fijen en las personas de la tercera edad, que pueden aprovechar, aparte de la oferta del IMSERSO, interesantes ofertas fuera de temporada a cambio de alojamiento confortable, comida cuidada, médico a bordo, animación, gimnasio, visitas culturales… cada vez con más frecuencia.
La reflexión que se suscita es que, aunque en España no se plantea, pues no es comparable en cuanto a costes la opción más o menos económica de una travesía de vacaciones, que sale a cuenta porque son pocos días, o aunque sea un crucero que diera la vuelta al mundo, con la de la estancia en una residencia para mayores. Sin embargo, el hecho de que ocurra es una realidad que lleva a pensar en que no puede haber solo motivos económicos, (aunque sea más barato que una residencia en Estados Unidos, no deja de ser caro). Qué mueve a alguien a pasar sus últimos años viajando así, conociendo a gente que se renueva cada pocos días, alejado de los suyos y sus referencias culturales y en un ambiente muy determinado: todos los viajeros van a pasar unos días de fiesta y animación.
Fuente: Inforesidencias.com